Tasador de inmuebles
A la hora de conceder un préstamo hipotecario, las entidades
financieras se han de informar de la solvencia de sus clientes (cuál es
su salario, qué propiedades poseen, si pueden contar con avales...) y
también sobre las características de los inmuebles que esos clientes
quieren comprar.
Para obtener información acerca del terreno, piso, torre, etc. que un
cliente está interesado en adquirir, la entidad financiera acude a un
tasador. El trabajo de este profesional consiste en estudiar las
características del inmueble y determinar cuál es su valor en el
mercado.
Por lo general se le encarga la tasación de terrenos sin edificar,
pisos, torres, apartamentos y fincas rústicas. El tasador los visita,
dibuja un croquis, hace algunas fotografías y toma nota de
características como la altura, la superficie edificada, el número de
habitaciones y su distribución, las vistas y el entorno (zona, barrio,
infraestructuras...).
Además, realiza comprobaciones en el registro de la propiedad para
confirmar, entre otros, datos como el año de edificación de la vivienda
o si tiene pendiente alguna hipoteca.
Con toda esta información, el tasador realiza una valoración
normalmente por comparación entre el inmueble que tasa y otros
inmuebles similares ubicados en la zona.
El tasador también valora inmuebles en los que se desarrollan
actividades empresariales: hoteles, restaurantes, residencias
geriátricas, etc. En este caso además de tasar el inmueble por coste de
reposición (precio de suelo más coste de construcción) o por
comparación de mercado, debe reflejar el valor de mercado por
capitalización del rendimiento económico.
Para ello parte de datos como las cuentas de explotación de los últimos tres ejercicios y los ratios económicos del sector.
El tasador prepara un informe para cada una de las tasaciones que
realiza y lo envía a la sociedad de tasación donde trabaja. Ésta lo
valida, es decir, hace una última revisión y le da el visto bueno. Una
vez validado, el tasador firma el informe y lo entrega a la entidad
financiera o aseguradora que se lo encargó.
[ ¿Qué formación necesita? ]
La ley exige, en la mayoría de tasaciones inmobiliarias, que el tasador
sea arquitecto, arquitecto técnico, ingeniero industrial o -en el caso
de tasar suelo agrícola-, ingeniero agrónomo.
Lo idóneo es completar estas carreras adquiriendo conocimientos
específicos relacionados con la tasación (normativas, edificación,
explotación económica de inmuebles, etc.). A esto hay que añadir
sentido común, capacidad de observación y de trabajo, rigor y método.
[ ¿Qué perspectivas laborales tiene? ]
La principal salida son las sociedades de tasación, en las
que se puede trabajar como técnico de validación en plantilla o como
colaborador autónomo.
La mayoría de sociedades de tasación tienen una oficina central, pero
ofrecen sus servicios en toda España a través de tasadores que
colaboran con ellas como profesionales liberales.
La inversión en inmuebles y la petición de préstamos hipotecarios no ha
parado de crecer en los últimos años, por lo que la demanda de
profesionales de la tasación se mantiene.
© Laboris
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